Eastwood me puede decepcionar: J.Edgar
Este post es uno que muchos habrían creido imposible en este blog, ya que soy incondicional de Clint Eastwood. El título del post puede indicar que me ha parecido horrorosa la última película de este director norteamericano, J. Edgar, pero no es así.
J.Edgar es una película valiente, mucho, esta realizada con mimo y como es habitual en este director, insinuando más que otra cosa. Es una visión personalista y arriesgada de una de las figuras más importantes y polémicas de la historia de los EE UU durante el siglo XX: John Edgar Hoover, el creador y director del FBI durante décadas. Pero Eastwood no engaña, titula la película por sus nombres de pila, le interesa más el hombre que lo que hizo. No es una película biográfica (o biopic) al uso y, salvando sus muchísimas diferencias, en eso se parece a la reciente La dama de hierro.
La búsqueda de crear una imagen poliédrica y compleja, mucho, de ese personaje es una construcción delicada y virtuosa. Encarnado estupendamente durante diferentes épocas de su vida por Leonardo Di Caprio (este actor sigue creciendo), Hoover se convierte en un ser estricto, obsesivo, reprimido y ansioso de poder, en defnitiva en un ser humano, tremendamente patético, que se mueve entre su patetismo personal y su grandeza profesional.
Eastwood se centra, con sencillez, con una fotografía muy oscura, como el alma de su personaje, en un hombre que tenía «pillados» a los presidentes de su país, a los que espiaba, pero que se sentía encorsetado entre la exigente moral de su madre (madre castradora, Judi Dench) y la atracción física y apasionada que siente hacia su mano derecha, Clyde Thompson (Armie Hammer). Y es aquí, donde se encuentran las mejores escenas de la película, las más pasionales, las más intensas.
Eso, la minuciosa composición de su protagonista, y las diferentes reconstrucciones de época me parecen lo más destacado de esta película. Eastwood renquea y se pierde en contar demasiadas cosas de su carrera -que, en cualquier caso, son accesorias a la trama- y casi todas -los comunistas, los Kennedy, el caso Lindbergh- queda deslabazadas, sin profundidad y desaprovechados. También creo que hacen falta más situación, porque al espectador medio que no esté puesto en historia de EE UU, muchas referencias pueden caer en saco roto e incluso llegar a aburrir (y lo hace en contadas ocasiones). Igualmente quedan demasiado desaprovechados personajes de la madre de Hoover y su secretaria, interpretados por Judi Dench y Naomi Watts respectevimante.
Otro pequeño desastre supone la caracterización de los protagonistas cuando se hacen mayores. La Hoover (DiCaprio) puede pasar, pero la de Hammer es ridicula. Te saca completamente de la escena. No entiendo como, en esta época de efectos especiales increíbles, ha quedado tan poco logrado.
Deja una sensación agridulce este J. Edgar. Creo que podría haber sido una obra maestra, una obra capital para entender un personaje como Hoover y las paradojas de la historia de EE UU durante el siglo XX, un ejercicio de estilo y de narración. No llega, se queda muy lejos. No es, en absoluto, una película desdeñable -la salva, in extremis, un buen final que retrata al personaje y cierra esa imagen poliédrica que comentaba antes- pero con un tema así, a Eastwood se le debe exigir más.
Maestro, esperamos la siguiente.
Justicia cinematográfica
Leo con atención el palmarés de los premios César del cine francés (la versión gala de nuestros Goya) y no me sorprende la abultada victoria de Un profeta, de Jacques Audiard (de la que os hablaré próximamente pero que os adelanto que es excelente con un pequeño gran incoveniente: su excesiva duración).
Lo que más me ha sorprendido (y gratamente, que al hablaros de Invictus ya os comentaba que soy un defensor algo talibán del viejo maestro) es que en la categoría de mejor película extranjera Gran Torino, olvidada en los Oscar, en los Goya y vaya usted a saber cuántos premios más, se alzó con el galardón, superando a La cinta blanca (máxima favorita, por lo que se dice a llevarse un Oscar este año), el fenómeno de Avatar (también candidata popular a arrasar en los Oscar), a la ganadora de esos mismos premios del año pasado Slummdog Millonaire, a una gran película como Milk…
¿Nadie más se había dado cuenta hasta ahora? ¿Han tenido que venir los franceses , ojo, que son los que inventaron esto del cine, y los italianos (que pirlueando por Internet acabo de ver que obtuvo mismo galardón en los David de Donatello) a ofrecer un poco de justicia cinematográfica? Pues bravo por ellos.
Invictus
Confieso que soy un poco talibán del cine de Clint Eastwood, que me parece maravilloso y me convence siempre (y espero que siga así). Y, ojo, reconozco que su última película no es la mejor que ha dirigido este maestro, pero da igual: la historia es maravillosa, la épica y el optimismo que rezuma es contagioso, es emocionante, la música es preciosa, los actores, Morgan Freeman y Mat Damon, están estupendos… Y los defectos, que haberlos hailos, pasan minimizados entre las sensacionesque provocan este intenso drama deportivo y político que va sin tapujos y sin esconderse a emocionar.
Ya les gustaría a muchos directores de cine, actualmente de moda por unos señores azules, tener la mitad (qué digo, un cuarto) de la capacidad para narrar historia de este grande. El viejo maestro no aparecerá en los Oscar, por cierto; los dibujitos azules arrasarán.
Os dejo con el poema que da título a la peli y una de las canciones de la película, porque no tengo que decir más.
En la noche que me envuelve
negra como un pozo abominable
yo agradezco al dios que fuere
por mi espíritu inconquistable.
Atrapado en este circunstancial lugar
yo he gemido pero no he llorado
ante las puñaladas que me deparó el azar
mi cabeza sangra, pero no me he postrado.
Mas allá de este lugar de furia y de lágrimas
me acosan las sombras con terror.
Pero tantos años de amenazas
me encuentran sin temor
Ya no importa cual fue mi camino
ni cuantas culpas he acumulado.
Soy el dueño de mi destino
Soy el capitán de mi alma
Invictus, William Ernest Henley
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