Un vistazo a la novela negra española
(Este post lo publiqué originalmente el 28 de enero en Best Seller Español)
En febrero del año pasado, preguntaba en un post si pensabais que la novela negra estaba viviendo una ‘edad de oro’ en España. El único lector que contestó que «cantidad no era sinónimo de calidad» y que para él la edad dorada era por cantidad y no por calidad.
En cierto modo, tenía razón, y la pregunta y la reflexión siguen estando vigentes un año despúes. La verdad es que, en plena crisis económica y editorial, las novelas negras, tanto de autores nacionales como internacionales,proliferan como las setas en nuestras librerías. Y a eso hay que sumarle que es uno de los géneros favoritos de las decenas de autores que se autopublican aprovechando las oportunidades de la era digital. Mucho hay, desde luego, y parece que también hay muchos lectores a la caza.
¿Y de calidad? Para gustos colores, obviamente, pero habrá que intentar ser prudentes -ya sé que en esta época de Twitter no tener una opinión gritona y tajante es casi de mala educación- y decir que, a pesar de nuestras ganas de pontificar, habrá que esperar a que pase el tiempo para valorar, con cierta distancia, que es realmente rescatable de la producción literaria actual.
Aún así, la cantidad, en este caso, sí es sinónimo de algo muy positivo: de madurez. En España, la novela negra está produciendo, muchas y muy diferentes novelas negras.
Hoy en día, coinciden en buen momento los pioneros del género en España, los Andreu Martín, Francisco González Ledesma, Jordi Sierra i Fabra, Juan Madrid y Manuel Vázquez Montalbán (los cuatro últimos sacaron novedades negras en 2013 y del último, ya fallecido, se reeditaron obras de Pepe Carlvalho), con autores consagrados (Lorenzo Silva o Alicia Giménez Bartlett) con autores recién llegados (Claudio Cerdán) o con veteranos escritores que se han pasado al género (Maruja Torres).
La variedad temática también es cada vez mayor, creando un panorama tan rico y variado como el del género en Francia, que nos guste o no, nuestros vecinos siempre nos han llevado ventaja en esto. Desde fenómenos comerciales, de aire localista y alma universal como El guardián invisible, de Dolores Redondo; a novelas negras con vocación menos universal, pero poderosas como las que publican los sellos Al Revés o Salto de Página; novelas que son como puro thriller anglosajón con un nivel parejo al de los propios estadounidenses (Antonio Manzanera o Juan Gómez-Jurado) o puro homenaje al hard boiled clásico americano (la excelente serie de Eddie Bennett, de Javier Márquez); la mezcla con el humor del genial Carlos Salem; el pausado policíaco de Domingo Villar; auténticos poetas de lo urbano que superan los cánones del género como Carlos Zanón, el mezclado con ciencia ficción o novela histórica (Ignacio del Valle)… Y podría seguir hasta la extenuación (que me perdonen los que quedan en el tintero, ¡son tantos!). Hasta tenemos imitadores y seguidores de los fenómenos de moda (en el género) tan habituales en la industria editorial de EE UU.
Así pues, cantidad y variedad, que para mí significa riqueza, porque nuestros autores negrocriminales proceden de distintos orígenes (geográficos, sociales, profesionales) y afrontan el género desde muy distintas maneras. La industria les arropa (¿qué editorial grande o mediana no tiene género negro en sus catálogos?), salen al extranjero y se mezclan y comparten en los cada vez más numerosos eventos (Semana Negra de Gijón, BCN Negra, Getafe Negro…). Y además, también hay más premios y, no hace mucho, otra novela negra (La marca del meridiano, de Lorenzo Silva) se hizo con el premio Planeta, considerado como el más importante en español. No había sido la primera.
Sí, sí, y preguntaréis ¿y eso significa que todas esas novelas son buenas? No necesariamente, claro, pero sí demuestra una hermosa madurez del género en nuestro país. Y en esa gran y variada biblioteca, hay más posibilidades de encontrar más joyas; de mezclar y encontrar, de mejorar, de superar estados algo primitivos.
¿Eso es una edad dorada? Lo desconozco, habrá gente que sepa mucho más del género y su evolución histórica que pueda juzgar con perspectiva. De lo que sí estoy seguro es que a los aficionados al género nos están dando muchas alegrías, por lo que escriben nuestros escritores y lo que se trae del extranjero.
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Bravo Tango Siete en ‘El desván de los sueños’
En el blog ‘El desván de los sueños’ han realizado una estupenda reseña de la novela y le ponen nota: 4 sobre 5 (estupendo, según su clasificación). En el texto dicen cosas como esta…
Lo que consigue el autor es que veamos a las personas protagonistas de las noticias de las que he hablado, como seres humanos exactamente iguales a nosotros, con los mismos sentimientos, deseos, amores y odios. Seres humanos reales y cercanos. Y no como personas lejanas y ajenas que se matan unas a otras, sin que nos afecte, como si solo vivieran en las páginas de los periódicos o en las noticias de la televisión.
Muchísimas gracias. Podéis leer la reseña completa, cosa que os recomiendo, aquí.
Libros, libros, libros…
Llevo una semana y pico bastante bliófila en lo que escribo, así que os hago un resumen.
Coincidiendo con el estreno de la serie de Juego de Tronos escribí para 20minutos.es un artículo sobre G.R.R Martin y otros renovadores actuales de la fantasía: el polaco Sapwoski (muy interesante) y el español Negrete. De la serie, espero escribir algo aquí en breve, pero vistos tres capítulos creo que está muy bien. Eso sí, habiendo leído los libros la intriga decae y no llega a transmitir todo lo que los libros (obvio por otra parte).
Y también para el periódico escribí un temita sobre premios de novela negra. Y de dos de los ganadores a los que refería en ese texto los reseñé en Best Seller Español: uno es Alta tensión, de Harlan Coben, y otro Las niñas perdidas de Cristina Fallarás.
Sin movernos del negro y para concluir este post de reencuentro, otra reseña que he publicado hoy de uno de los imprescindibles que he leído en los últimos años: El poder del perro, de Don Winslow.
‘Cualquier otro día’, de Dennis Lehane
Poca presentación necesita Dennis Lehane: quien no le conozca por sus obras (intensas novelas negras o policíacas de diferentes cortes, pero todas ambientadas en Boston), le conocerá por las exitosas adaptaciones cinematográficas que de sus obras se han hecho (Mystic River, Shutter Island y Adiós, pequeña, adiós) o sus apariciones televisivas (escribió tres episodios de la gran serie policíaca de los últimos años, The Wire).
Con ese cartel, no es de extrañar que el que escriba esto lea con atención todas las novedades que llegan a nuestro país de este autor. Cualquier otro día no sólo ha superado las expectativas si no que ha mostrado un Lehane más amplio, un autor más completo.
Lehane no abandona las calles de Boston ni los recursos del policíaco, pero nos traslada a los años diez del siglo XX para mostrarnos la transformación de la ciudad con un leitmotiv: las primeras huelgas y el nacimiento de los movimientos sindicales. La historia de un negro que huye a Boston para huir de un sangriento crimen y de un joven y prometedor policía irlandés, de un clan de policías, que debe investigar a los movimientos sindicales, incluidos en el cuerpo. Sus historias se expanden creando un universo verosímil lleno de buenos personajes secundarios.
El autor retrata aquella sociedad de cambios turbulentos desde los estratos más bajos hasta los más altos con precisión, con ese interés social de la novela negra por el lado oscuro de la sociedad. El fresco histórico es apabullante y vívido, el Boston de aquella década palpita en estas páginas como un personaje más. Sus personajes evolucionan por el radicalismo, el idealismo, el amor y el egoísmo, haciendo de esos activos históricos personajes humanos.
El devenir de los personajes está trazado magistralmente, con un tono pegado a las calles pero sin olvidar la épica, y lo adereza con tino con pasajes de acción e intrigas que se van encadenando sin respiro hasta el final. No se trata únicamente de una buena novela histórica, sino también una historia de personajes con alma.
Un novelón recomendable para adentrarnos en el nacimiento de los movimientos sindicales, del terrorismo, de la inmigración y del racismo que crearon hace un siglo la nación más poderosa del siglo pasado. Una historia que lee de manera voraz y que entretiene y llena. Una de las mejores novelas que he leído este año, sin duda.
Impar y rojo, de Óscar Urra
Óscar Urra vuelve a regalarnos una nueva peripecia de Julio Cabria, un personaje de ficción que puede convertirse en uno de los iconos del género negro madrileño. Esta vez el personaje, y todo es mundillo de personajes equívocos y ambigüos, se ven envueltos en la estela de un eficaz asesino en serie que va dejando un naipe en cada víctima que deja.
Urra entrelaza esta historia con la de la anterior novela protagonizada por Cabria, A timba abierta, y abre nuevas subtramas que, esperemos, apuntan a nuevas aventuras del personaje. Un protagonista detalladamente trabajado, lleno de aristas y detalles dentro de los códigos del género que tiene un cincuenta por ciento de detective arquetípico y otro cincuenta de bizarro antihéroe madrileño.
Una vez más el estilo, los personajes y el ambiente madrileño eclipsan una trama bien organizada y coerente, si bien no en exceso original, pero que dan a forma a una novela corta, llena de sabor negro y de lectura amena y apetecible. Esperamos, con agrado, nuevas aventuras de este personaje.
Trago amargo de F.G. Haghenbeck
El méxicano Haghenbeck (habitual en el mundo del cómic) ofrece una novela negra al más puro estilo clásico en Trago Amargo. El escritor sabe aprovechar, en esta breve historia, el sabor de la novela negra americana con las mil y una anécdotas (por llamarlas de una manera) que surgieron en un rodaje tan mítico como complicado: la de la Noche de la Iguana en Puerto Vallarta.
En medio de las rivalidades de las estrellas, los problemas de producción el detective protagonista, Sunny Pascal, tendrá que afrontar robos, extorsiones y turbios secretos hasta llegar una resolución inesperada. Todo ello, iniciando cada capítulo con la receta de un cóctel (algo que resulta casi normal, con la cantidad de ellos que ingieren los protagonistas de la novela).
Quizá la trama no es de lo más original del mundo (está muy cercana a los clásicos) si exceptuamos su ambientación en ese mítico rodaje, muy cuidada. Sin embargo, Haghenbeck demuestra que domina el código y el estilo fluye de manera seca, llena de ironía y de metáforas directas y llenas de sabor.
Un novela muy entretenida y recomendable, que por lo breve, se devora en una sentada.
Cervantes bombardero
«A los gringos no les importa descomponer el español. Si los oyera Cervantes, se convertiría en bolche como Nikita Jruschov, y juntos ya hubieran bombardeado Washington, Manhattan y Disneylandia».
De Trago amargo, de F.G Haghenbeck
Matar y guardar la ropa
Hoy os voy a hablar de la segunda novela del argentino afincado en Madrid Carlos Salem, Matar y guardar la ropa o las peripecias de un mega asesino a sueldo de vacaciones familiares (y algo más) en un cámping nudista de Murcia.
Lo que más me gusta de este hombre es que logra mezclar muchos elementos: humor, surrealismo, novela negra, mensaje vitalista y consigue algo diferente sin que chirrie nada y cumpla todos sus objetivos: empatizas con los personajes, te ríes y la trama de suspense funciona perfectamente. Una novela ideal para el verano, además.
Os dejo una crítica algo más larga que escribí para Best Seller Español.
1969, de Jerónimo Tristante
He publicado en Best Seller Español una reseña sobre la última novela del escritor murciano Jerónimo Tristante: 1969.
La novela está muy bien, es entretenida. Mantiene el estilo y el ritmo de una novela negra americana se adentra en una trama muy española muy bien ambientada en los últimos años de franquismo. Los elementos que forman la intriga me parecieron originales y bien llevados.
El baile ha terminado
Además de colgar post sobre cine, libros y demás reflexiones, voy a aprovechar para colgar reseñas, entrevistas o artículos que escribo en otros sitios.
Así que esta semana os cuelgo una reseña sobre El baile ha terminado, de Julián Ibáñez, que he escrito para Best Seller Español. Es una novela negra ambientada en el País Vasco que ha ganado el Premio L´Hospitalet Confidencial de la Editorial Roca.
No me ha disgustado, pero tampoco me ha llegado a apasionar. Os dejo la reseña completa aquí.
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