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Aroma a Western: Blackthorn, sin destino


Reconozco que se me pasó el pasado verano acercarme a los cines a ver este peculiar western de Mateo Gil. Sin embargo, tras las nominaciones a los Goya (11, nada más y nada menos, entre ellos los premios mayores) decidí poner remedio a aquel olvido.

Tenía muchas expectativas (y me alegra que un western esté entre las mejores películas del año en España), pero estas no se cumplieron. Creo que es una película muy bien hecha (la utilización de los marcos naturales boliviana es espléndida) y tenía una premisa argumental atractiva (¿Y si el célebre Butch Cassidy -acordaros de Dos hombres y un destino– no hubiera muerto en el tiroteo contra el ejército boliviano y hubiera envejecido allí?), pero se queda por el camino.

Me explico. Los flashbacks donde se cuentan la huida del Butch joven por Latinoamerica están bastante bien, pero aportan poco. A la aventura central, la del Butch viejo (interpretado bastante bien por Sam Shepard) que se encuentra y ayuda a un ingeniero español que ha robado una mina (un pasable Eduardo Noriega, mejor que en otros papeles), en cambio, le falta vida, pasión y aunque tiene interés, cojea constantemente por reiteración y parece ir muriéndose, poco a poco, de inanición. Porque al giro final de la historia, que quizá llegue tarde, le faltaba algo de alimento -haber ahondado más en el personaje de Noriega, sin ir más lejos-, para que hubiera tenido el gran final que merecía esta película. Hasta el papel de Stephen Rea, resulta desaprovechado.

Es una pena, porque una película tan bien rodada y que podría competir con producciones extranjeras, deje un sabor agridulce, a buen cine fallido… A pesar de ser un homenaje hermoso al western crepuscular (sí, en Bolivia y casi en 1930), de tener partes memorables (algunas cabalgadas, el tiroteo con las dos mujeres o la persecución por el desierto de sal, algo desaprovechada también, pero interesante).

Creo que el gran responsable de esa sensación de película fallida la tiene el guión, que me parece que tiene una estructura narrativa muy desigual. Acierta en el tono y pero falla en el ritmo. Me pareció de tan crepuscular, cansino.

No me pareció una gran película, pero sí original para nuestra cinematografía. No es el gran western que esperaba, pero quizá sí un paso más hacia la revitalización del género, por qué no, a manos españolas.

Se deja ver, pero se hace lenta y puede que llegue a aburrir. Sería bonito que hubiera dado la campanada en los Goya, pero lo descarto.

Los profesionales


Después de unos meses en suspenso, vuelvo al ataque con un nuevo capítulo de Aroma a western y para compensar la tardanza voy a hablaros de un peliculón que lo tiene todo: se llama Los profesionales.

La historia nos lleva a la frontera entre México y los EE UU donde un mangante magnate norteamericano contrata a cuatro mercenarios (especialistas) para rescatar a su mujer que ha sido secuestrado por un antiguo capitán revolucionario mexicano. El caso, es que dos esos especialistas pelearon como mercenarios en los inicios de la Revolución méxicana con el secuestrador.

El reparto es un espectáculo y los nombres lo dicen todo: los profesionales son Lee Marvin como Rico Fardan (¿hubo o hay algún tipo duro como él?), Burt Lancaster como Bill Dollworth (derrochando físico y carisma a espuertas), Robert Ryan (que pasa desapercibido y ya nos hubiera gustado que su personaje hubiera sido más desarrollado) y el gran Woody Strode (que también es muy secundario, pero cumple, como siempre); la secuestrada es Claudia Cardinale (en pleno apogeo, señores y señoras, un bellezón), el secuestrador es Jack Palance como Jesús Raza y el marido de la rehén Ralph Bellamy.  Con eso la película ya ganaba, pero es que a los mandos estaba un tipo que sabe mucho de esto, Richard Brooks (que dirigiría más tarde la adaptación de la novela de Truman Capote, A sangre fría) y la imagen luce porque había todo un artesano en la dirección fotográfica, el gran Conrad Hall (un ilustre en sus inicios, después vendrían Dos hombres y un destino, y sus dos últimas American Beauty y Camino a la perdición, entre otras muchas).

La película es sencilla, pero su trama se desenvuelve a un buen ritmo y aunque hay sorpresas está todo tan bien medido que parece que ocurre lo lógico. Las escenas de acción están planificadas con tino. Los diálogos son de calidad y hay escenas antológicas (el final de la Teniente Chiquita Sí en brazos de Burt Lancaster y ese tiro sin proyectil; cuando Lee Marvin y su compañero descubren la relación existente entre Cardinale y Palance). La música la pone un tal Maurice Jarre, responsable de las bandas sonoras de Lawrence de Arabia y Doctor Zhivago. Es una película de viajes de ida y vuelta, pero de regreso transformado (o quizá redescubierto) con tiroteos, persecuciones en el desierto, tormentas de arena y todos los alicientes de estas historias. ¡No falta de nada¡

Pero lo que más destacaría son los personajes (exceptuando como dijimos antes al de Robert Ryan): están maravillosamente dibujados y acabamos conociéndoles como si fueran de la familia; hasta personajes con poco peso en el metraje (los de Raza, Cardinale o Chiquita Sí -con esa presentación medida en una frase: «Eso es un guerrillero. El teniente Chiquita Sí. Una mujer que bien vale un rescate. Nunca tiene un no…») tienen en seguida su impronta y empatizamos con ellos. Además, los actores están en estado de gracia (dentro y fuera del rodaje, que fueron sonadas las juergas del reparto en Las Vegas disparando el arco de Strode en la película contra los rótulos luminosos de la ciudad del pecado).

Estamos ante una película que a pesar de hablar de mercenarios desprende un romanticismo, una melancolía, un canto a la amistad y a la fidelidad a uno mismo que llega y se queda en nuestra retina como algo indeleble. Seguro que cualquiera de nosotros nos uniríamos sin dudar a este cuarteto de hombres bravos y cabalgaríamos hasta donde fuera menester.

Os dejo con una de las frases memorables de la peli (una clase de dejar los puntos sobre las íes, quién tuviera el saber estar de Lee Marvin):

-Es usted un bastardo.

-Sí, señor. Pero en mi caso fue un accidente de nacimiento… En cambio usted… usted se ha hecho a sí mismo.

Aroma a western


Qué poco hablo de western en el blog pese a su aspecto y su nombre. Tengo que poner remedio a esto, y punto. Así queda inaugurada esta nueva categoría Aroma a Western.

Creo que el género cinematográfico es uno de los más icónicos y míticos del cine y como en todos los géneros, por eso no puedo decir que sea mi favorito, hay muchas películas maravillosas y muchos pestiños infumables. No os preocupéis, no sólo hablaré de cine, también hablaré de cómics, libros o ensayos que hablen o se relacionen con este género (y en el momento histórico en el que se basa).

Si te gusta este género espero que disfrutes de los post que iniciaré esta semana (con toda la periodicidad de la que sea posible). Si no (que sé que sois muchos los que consideráis esté genero como «antiguo», «aburrido», «muy yanqui» o «pasado de moda») espero hacer que os pique el gusanillo y al menos probéis este género tan peculiar y universal.

Ya me diréis que os va pareciendo…

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